Parágrafo extraido do estudo sobre atropelos, contido no trabalho "The walkables cities" realizado pelo Departamento de Urbanismo e Ordençao do Territorio (DUyOT) da ESTAM/UPM, para o Centro de Estudos e Experiencias de Obras Públicas (CEDEX) do Ministrério de Fomento, durante os anos 2007 e 2008, do qual participei como responsável na investigaçao das causas urbanas potencializadoras dos atropelos e que foi objeto de uma apresentaçao no Congresso Internacional da Walk 21 em outubro de 2008 em Barcelona.
La discusión sobre riesgo y peligro es relativamente reciente y va mucho más allá de la idea de peligro tradicional. Y no es una cuestión sencilla, como titula ADAMS (2005)[1], una de las personas que más ha hecho por ligarlo a la reducción de la accidentabilidad, el riesgo “no es ciencia espacial, es mucho más complicado”. En efecto, se trata de un tema complejo y apasionante que sin duda se ha desarrollado tanto recientemente por su relación con las formas de vida actual y por sus implicaciones económicas.
Una primera aproximación la ofrece el Dicionario de la Real Academia Española:
Riesgo: Contingencia [posibilidad de que algo suceda o no] o proximidad de un daño
Peligro: Riesgo o contingencia inminente de que suceda algún mal. Posterior o anterior al riesgo
Aunque estas definiciones no sean demasiado clarificadoras, permiten una primera aproximación al tema; así, el Peligro sería algo propio de una situación o lugar, y se podría definir como la posibilidad de que ocurra un hecho negativo o mal concreto; y por su parte el Riesgo estaría más relacionado con la acción realizada por el sujeto, sería percibido y asumido por el mismo.
Según cita BAJO (2008) un autor como Ulrich Beck[2] define el riesgo desde otro punto de vista, aportando una aproximación actual y muy al uso:
…” para comprender esto se debe entender el concepto de "riesgo", que tal y como él lo define "es el enfoque moderno de la previsión y control de las consecuencias futuras de la acción humana", en consecuencia ha transformado el concepto absoluto "peligro" en un concepto relativo de "riesgo", que incluye la probabilidad de que se materialice el peligro y el control de éste”.
En la práctica, estas dos magnitudes claves resultan muy difíciles de medir, tal y como se puede ver a continuación en relación a los atropellos.
Consideración del riesgo en el estudio de atropellos
En todo caso la idea de partida no puede ser otra que, al menos en buena parte de los casos, los accidentes no ocurren por azar y desde luego no son solo hechos de la fatalidad. El convencimiento es que resulta posible modificar el factor riesgo mediante la previsión, a fin de evitar la ocurrencia de eventos traumáticos.
Pero, ¿como mejorar esa previsión?. En primer lugar hay que considerar que la accidentalidad, como cualquier peligro está íntimamente asociada al conocimiento y consciencia del riesgo. En este sentido se habla de riesgo deliberado o, por el contrario, de riesgo desconocido. Lógicamente resulta mucho más sencillo actuar sobre el riesgo deliberado a fin de reducirlo, pues este resulta relativamente previsible. Sin embargo, el desconocido no, pues los implicados o parte de ellos no tiene el conocimiento de determinadas situaciones que pueden afectar de manera determinante a la ocurrencia del hecho.
Así la distracción, el despiste, las drogas, el alcohol, el stress del trabajo, etc., contribuyen de forma directa a la ocurrencia de atropellos, puesto que son factores que disminuyen la percepción del peligro, aumentando el riesgo aumentado su desconocimiento aunque sea momentáneamente.
Por otra parte y siguiendo el discurso de Adams se debe considerar que por su propia naturaleza, existen peligros evidentes que son percibidos directamente al ser fácilmente detectados por la intuición o la inteligencia de cualquiera. Pero también existen peligros ocultos, solamente conocidos por intermedio de la ciencia. El riesgo que suponen solo se puede determinar mediante la utilización de procedimientos científicos.
Adams caracteriza además un tercer tipo, los riegos virtuales o culturales, aquellos que dependen del “modus vivendi” y que tiene raíces en factores socioculturales como lo aceptado como “normal”, las supersticiones, etc. (es normal beber los fines de semana o fumar una cajetilla de tabaco, o conducir de forma temeraria, etc.). Estos factores actúan igualmente disminuyendo la percepción de ciertos peligros[3].
A partir de lo anterior, y aun reconociendo que en España cruzar fuera de un paso de cebra no se suele valorar como un peligro importante, se propone clasificar los atropellos a estudiar dependiendo de los dos primeros tipos de riesgo, y prescindir por tanto de los de tipo virtual, más difíciles de modificar:
Los riesgos deliberados, percibidos directamente, que se dan a la luz de la razón y que en este caso se obedecerían de manera directa, si ello se demuestra, a la morfología urbana.
Los riesgos desconocidos, que tienen que ver con el desconocimiento, normalmente momentáneo, de la exposición a una situación de peligro. Este segundo tipo tendría que ver con una causalidad indirecta de la morfología y que es donde resulta imprescindible el método científico. La hipótesis es la incidencia indirecta de los factores urbanos, provocando despistes, excesos de velocidad, etc. que son las causas últimas de los accidentes.
[2] Bajo, J.C., (2008) “Del peligro al riesgo”, revista Ser empresario
[3] Por ejemplo, recientemente se publicó en el periódico “Público”, 29.02.2008 la siguiente noticia: “Consumo de Drogas - El peligro de no calcular los riesgos”. Los expertos en el tema entrevistados, coinciden el hecho de que la falta de previsión de los riesgos en consumir substancias como la cocaína, que a medio-largo plazo puede minar a la vida del usuario, conlleva a situaciones en que los adictos creen en un principio que controlan y cuando se dan cuenta se ha ido de las manos, por que estas sustancias se encargan de ocultar el riesgo (redacción de Yolanda González, entrevistas con José Cabrera - psiquiatra y forense, Ignacio Calderón - D.G. de la FAD y Modesto Salgado - Proyecto Hombre de Castilla la Mancha).